Encetem la nostra nova secció, que vam presentar la setmana passada amb el títol de la pàgina "Va d'autors":
Quan llegeixo un llibre d'un autor o d'una autora que m'agrada, sempre m'he preguntat quan va començar a escriure i per què un dia va decidir que volia publicar els seus escrits. Era una necessitat? O va ser per casualitat, com algun autor ha arribat a admetre. I no us ha passat mai que quan heu llegit un gran llibre us heu descobert imaginant-vos-el en aquell procés d'escriptura? Quan escriuen? A la nit, es lleven de matinada o dues horetes cada tarda? Aquesta secció va d'autors, sí, però amb el propòsit d'aproximar-nos a saber, una mica més, com viuen tots ells l'art d'escriure, els seus hàbits.
M'ha fet molta il·lusió començar amb l'autor David Llorente, autor a qui, val a dir, jo admiro. Des d'EN CLAU DE NEGRE volem agrair la seva col·laboració.
¿Cuándo
empezaste a escribir?
El origen de la
escritura está siempre en la lectura. Nadie querrá sentarse a escribir si antes
no ha conocido el incomparable placer de leer. Me enganché a la lectura de la
mano de autores como Lou Carrigan o Clark Carrados, pero fue Alberto Vázquez-Figueroa quien me abrió las puertas de la literatura y me mostró lo que había
al otro lado. Pensé que si leer aquellas aventuras era maravilloso, escribirlas
debía de ser una sensación indescriptible, algo parecido al éxtasis de los
místicos. Y no me equivoqué.
¿Cuándo pensaste en publicar?
Pensé en publicar
desde el momento en que escribí la primera letra de mi primer texto literario.
Nunca he comprendido qué significa eso de escribir para mí o para guardarlo en
el cajón, mucho menos para que te lean tus amigos o tu familia (que son los que
menos te tienen que leer). Yo quiero que me lea el público, los rostros sin
facciones de la gente que no conozco, y enfrentarme a su juicio, para bien o
para mal.
¿Cuándo escribes durante el día?
Mi día está marcado
por mi trabajo, que es lo que me da de comer y lo que paga mis facturas. Pero
en cuanto salgo del trabajo, soy presa fácil de la Literatura. Busco una
cafetería cualquiera y me siento a escribir. Dejo de escribir (generalmente)
cuando me echan.
¿Cómo organizas la escritura de un libro?
Un amigo mío (autor
y director teatral) se ríe de mí porque siempre digo la misma frase: «Yo
escribo todos los días, tenga algo que decir o no». Pero no puedo dejar de
decirlo porque es la verdad. Yo me siento a escribir y poco a poco van saliendo
las ideas, los personajes y las historias. No tengo la sensación de que los
invente, sino de que (como he dicho) van saliendo. El proceso de escritura (en
mi caso) es un proceso de búsqueda. No nos conocemos tanto como para saber
enseguida lo que nos mueve, lo que nos preocupa, lo que nos hace daño, lo que
nos desvela. Y un día (de repente) descubro qué me gustaría/qué necesito contar
y a partir de ese momento escribo obsesivamente y corrijo estrictamente y rompo
inclementemente y todo a mi alrededor se desvanece.
No me gusta el
orden. Me muevo mucho mejor en el caos. Lo último de la creación (en mi caso)
es la organización. Es necesaria, es imprescindible, pero es lo último.
¿Un autor referente?
Yo no tengo ningún
referente. Hay autores a los que admiro y novelas que me parecen auténticas
obras maestras. He buscado en las
literaturas de decenas de países para encontrar lo que más me interesa: el
escritor que quiere avanzar en la técnica narrativa, en la manera de contar la
historia. Mis referentes (de existir) serían todos aquellos que asomaron la
cabeza por la ventana del tren y movieron el pañuelo delante de la cara de los
maestros de la generación anterior.
¿Qué libro recomendarías?
Hay cientos de
libros que recomendar por cientos de motivos diferentes. Voy a recomendar Desterro, de Manuel Barea. Lo recomiendo
porque me parece una novela de una originalidad espectacular teniendo en cuenta
la juventud de la mano que lo ha escrito. Es una novela que demuestra que la
literatura ya no se nutre solamente de letras, sino también de imágenes en
movimiento y de dibujos. La historia que nos cuenta y la estructura que usa
para contarlo (y la plasticidad y el ritmo de la prosa) beben del cine y del
cómic y hacen que la literatura suba un peldaño más en la escalera del arte. Es
una novela (además) que desapareció de las librerías y de la atención de la
crítica en un segundo, como por arte de magia, haciendo bueno su título. No
importa. Es una novela que volverá. Cuando Manuel Barea tenga cuarenta años y
escriba la novela que ponga panza arriba la narrativa nacional, todos los
editores correrán a volver a editar Desterro.
¿Estás trabajando en un próximo proyecto?
Hace poco terminé
de escribir una obra de teatro y la estoy ensayando con el grupo Séptimo Miau.
La estrenaremos en marzo.
En cuanto a la
narrativa… No tiene sentido hablar de proyectos. Las novelas (en mi caso)
suelen abortar. Es rara la novela que consigue llegar a este mundo. Así que mis
proyectos (seguramente) son proyectos de novelas frustradas. No merece la pena
hablar de lo que aún no es.
¿Algún deseo para el futuro?
Si te refieres a
los deseos literarios para el futuro…, pues no sé, creo que me gustaría algo
imposible: que a los escritores no nos sigan insultando/escupiendo a la cara
con ese diez por ciento de la venta de los libros y con ese ponernos a trabajar
gratis (en el mejor de los casos) en nombre de la promoción.